lunes, 12 de noviembre de 2007

BUENOS DIAS



LA PALABRA DE HOY

CORTESIA De: "Winston Pauta Avila"


CORTESIA De: "Winston Pauta Avila"


MISA DE ayer 11 de NOVIEMBRE, LITURGIA DE LAS HORAS, REFLEXIONES, SANTORAL
DOMINGO 11
XXXII DOMINGO ORDINARIO.
Santos: Martin de Tours, obispo, y Juan el Limosnero de Alejandría, patriarca.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 87. 3)
Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA
Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del segundo libro de los Macabeos: 7, 1-2. 9-14

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antioco Epifanes los hizo azotar para obligarlos a comer carne de puerco, prohibida por la ley. Uno de ellos, hablando en nombre de todos, dijo: “¿Que quieres saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres”.
El rey se enfureció y lo mandó matar. Cuando el segundo de ellos estaba para morir, le dijo al rey: “Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el rey del universo nos resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes”. Después comenzaron a burlarse del tercero. Presentó la lengua como se lo exigieron, extendió las manos con firmeza y declaró confiadamente: “De Dios recibí estos miembros y por amor a su ley los desprecio, y de El espero recobrarlos”. El rey y sus acompañantes quedaron impresionados por el valor con que aquel muchacho despreciaba los tormentos. Una vez muerto éste, sometieron al cuarto a torturas semejantes. Estando ya para expirar, dijo: “Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida”. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Los israelitas fieles a Dios lograron sobreponerse a las amenazas y asumir la experiencia misma del martirio porque creyeron firmemente que Dios nunca los abandonaría.

Del salmo 16
R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.

Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.

Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes; no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras.
R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.

Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.

Lectura de la segunda carta apóstol san Pablo a los tesalonicenses 2, 16 - 3, 5

Hermanos: Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conformen los corazones de ustedes y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas palabras.
Por lo demás, hermanos, oren por nosotros para que la palabra del Señor se propague con rapidez y sea recibida con honor, como aconteció entre ustedes. Oren también para que Dios nos libre de los hombres perversos y malvados que nos acosan, porque no todos aceptan la fe.
Pero el Señor, que es fiel, les dará fuerza a ustedes y los librará del maligno. Tengo confianza en el Señor de que ya hacen ustedes y continuarán haciendo cuanto les he mandado. Que el Señor dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de Cristo. Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Con estas exhortaciones, san Pablo pretende establecer nexos de comunión solidaria con la comunidad de Tesalónica. Unos y otros interceden por las necesidades de cada hermano.

ACLAMACIÓN (Apoc 1, 5. 6) R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo es el primogénito de los muertos; a El sea dada la gloria y el poder por siempre. R/.

Lectura (Proclamación) del Evangelio según Lucas capítulo 20, versículos 27 al 38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.
Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues El los habrá resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para El todos viven”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

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